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Te presentamos otra de las placas de cerámica tradicionales con los nombres de las calles del casco histórico de Úbeda. Una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad. Es la calle Grada de Santo Domingo ¡Y la hemos hecho nosotros en nuestro Centro!

Este rótulo de la calle Grada de Santo Domingo lo hemos hecho de forma artesanal en el taller de cerámica del Centro de Día Ocupacional de Úbeda. Nos sentimos muy orgullosos de ello. Y, por eso, te queremos contar más sobre este precioso rincón de nuestra ciudad.

La diminuta calle Grada de Santo Domingo se llama así porque, para acceder a la plazoleta donde se sitúa la iglesia del mismo nombre, hay que subir algunos escalones. Si lo haces, te encontrarás con una coqueta plazuela, abierta frente a la portada sur del templo. La explanada está en alto, rodeada de un bonito pretil y sombreada de árboles, algunos centenarios. Dicen los historiadores que en este lugar pudo estar el cementerio de Santo Domingo.

La iglesia de Santo Domingo

La iglesia de Santo Domingo es muy antigua. Primero fue una fortificación, después una mezquita y después un templo cristiano. La puerta sur, la que se ve desde la calle Grada de Santo Domingo, es de las primeras portadas en estilo plateresco que se hicieron en la ciudad. Tiene muchos adornos: columnas torneadas, rosetones, escudos y diversos motivos labrados en la piedra. Te puedes sentar en uno de los bancos de la plaza para contemplar todos sus detalles.

La iglesia de Santo Domingo lleva mucho tiempo cerrada al culto. Pero aún conserva muchas cosas de su antiguo esplendor, como el artesonado mudéjar de la nave central. Una hermosa pieza que se ha conservado milagrosamente. Ya que en el siglo XIV la guerra civil que enfrentó a los partidarios de Pedro I el Cruel y de su hermano bastardo Enrique II, arrasó con los templos de Úbeda. 

La leyenda del Ahorcado

En esta turbulenta época está ambientada una de las leyendas más populares de Úbeda. El suceso tuvo lugar, además, en una casa solariega que asoma su fachada a la plazuela de la calle Grada de Santo Domingo. Se trata de la casa de los Morles. La puedes reconocer fácilmente por su fachada de sillares de piedra bien labrados y su portada de aire renacentista.

Dice la leyenda que en esta casa vivía Rodrigo de Chavez, un rico y huraño hacendado que se encaprichó de la joven y bella Elvira. Esta pobre chica ya se había prometido en secreto con el también influyente caballero Pero Gil. Pero el amado caballero tuvo que marchar a la guerra para servir a su señor, el rey Pedro I. Aquella empresa duró más de lo esperado. Varios años pasaron sin tener Elvira noticias suyas. Aún así, Elvira seguía manteniendo su promesa, y continuaba esperándole cuando todos, incluso su propia familia, lo daban por muerto o desaparecido.

Quien decidió no esperar más fue Rodrigo de Chavez quien, sin previo aviso, raptó a Elvira y la arrastró a la fuerza hasta su mansión. La familia de la desgraciada chica, desesperada, intentó buscar a Pero Gil a toda costa para informarle de la situación. Hasta que, al fin, llegó a los oídos del prometido el cruel suceso. Sin más tardar, Pero Gil se presentó en la casa de Rodrigo Chavez acompañado por el rey Pedro I.

El semblante de Rodrigo Chavez era de estupefacción. Porque el rey, en lugar de montar en cólera, le ordenó amablemente que se casara de inmediato con la pobre Elvira para salvar su honor mancillado. Nada más fácil. Pero tan pronto se hubo celebrado el matrimonio, el rey ordenó colgar a Rodrigo Chavez del cuello, en la ventana más alta de su casa. De esta manera, la joven Elvira quedó con su honor restaurado y libre para volver a casarse con su amado Pero Gil.

Debajo del cimbreante cuerpo de Rodrigo Chavez, colgado en la fachada de su casa, podía leerse: «Así castiga el rey a sus enemigos». Es por eso que, a partir de entonces, este singular palacete es también conocido como la Casa del Ahorcado.